Confieso que entre el viaje y el embarazo, uno de ellos no estaba planeado….¿Adivinas cuál?
Así es! El embarazo no estaba planeado y te imaginarás nuestra sorpresa cuando semanas antes de nuestro viaje al Sudeste Asíatico, empecé a sentir síntomas sospechosos.
Este viaje estaba organizado al puro estilo “mochila al hombro” así que también imaginarás nuestra angustia al recibir la confirmación, primero de una prueba de embarazo casera y luego de un examen de sangre. Mamá primeriza, viajando embarazada rumbo al otro lado del mundo…con CERO experiencia.
Hicimos todo lo posible por conseguir una cita médica antes del viaje pero el “sistema de salud” nos lo hizo imposible. Así que sin saber el estado de mi embarazo o cuántas semanas tenía, decidimos partir.
Aún recuerdo la mezcla de emociones que sentí al llegar al aeropuerto y como me despedí de mi papi con lágrimas en los ojos.
Estar en otros países, lejos de casa (de hecho lo más lejos que habíamos ido hasta ese entonces) y embarazada de “no se cuánto”, me producía una mezcla de emoción y preocupación a la vez.
Acepto ahora que la mayor fuente de mi temor era estar expuesta a la incertidumbre; pero en el momento en que me dí cuenta de que había cosas fuera de mis manos, intenté salir un poco de mi mente. Así las preocupaciones se fueron poco a poco disipando.
Enfoqué mi cabeza en que sólo serían 3 semanas, y que al volver pondríamos manos a la obra en citas médicas y demás.
Pasó el vuelo y llegamos a Hanoi. Los días fueron pasando y confieso que a veces casi olvidaba que estaba viajando embarazada *sin la evidente barriga* pero luego asomaban las intrometidas naúseas para recordármelo 😆
El mayor cambio que sentí, el cuál es muy común en el Primer Trimestre, fue el cansancio constante. Ya que la mayoría del viaje fue planeado con nuestros pies como medio de transporte, se me antojaba sentarme en cada esquina jaja
Una de las cosas que más cruzaba por mi mente era “si es que ahora estoy así de cansada, como será cuando tenga 25lbs encima” 😂 Pero Luisfe, mi esposo, estuvo siempre ayudándome, cargando mi maleta y demás.
Otro de los cambios que más recuerdo haber sentido, fue la intensificación de los olores. Imagina un olor profundo mientras caminas por la calle, bueno… ahora haz de cuenta que le subes el nivel dentro de su nariz….10 veces! Así me sentía en cada lugar que visitaba, y como sabrás, el Sudeste Asiático es una región donde se concentran diversas plantas y especias de sabores y olores exóticos.
Ciertos olores llamaban a las naúseas y otros eran como oler el cielo y todos sus angelitos. Del que más me enamoré fue de la Citronela o “LemonGrass”. Ahí iba yo por ahí comprando aceite de Citronela, inciensos de Citronela, jabónes de Citronela y así.
Durante las semanas que duró nuestro viaje aguantamos calores extremos, largas caminatas y usamos todo tipo de transportes. Para mi sorpresa, estar viajando embarazada no me lo hizo ni más fácil ni más difícil. Lo que sí está claro, es que no dejé que esta pancita en crecimiento me impidiera disfrutar así como si no estuviera embarazada.
No dejé de bañarme con elefantes, ni de ver templos al amanecer, ni de hacer kayak, ni de subirme a uno o a muchos Tuk Tuk.
Fue un ejercicio de autodescubrimiento de que estar embarazada no es limitación para viajar o para tener aventuras, siempre que tu salud te lo permita.
Al llegar a casa descubrimos que al salir de viaje, Nala, nuestra hija, tenía 8 semanas de vida.
Siempre declararemos que ese fue su primer viaje y nunca…NUNCA…olvidaremos que estuvo con nosotros en cada experiencia que tuvimos. En las caminatas en los mercados, en las visitas a las cuevas, en los masajes Tailandeses y hasta en las noches de fiesta 😆
Si quieres saber TODOS los detalles del viaje que hicimos, incluyendo itinerario y actividades, los puedes encontrar en nuestro post 19 días por el Sudeste Asiático
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